Notas de la Academia: Massiel Torres Ulloa Abril 2024

El otro día recordaba cómo me decían barajita cuando era pequeña. Barajita, me vengo a enterar ahora, fue una anciana que divagaba las calles de la ciudad de Santo Domingo accesorizada y pintada hasta el estorbo. De Barajita quizá no sabemos, creo que la mayoría de la gente que la invoca todavía no sabe, pero ella vive, por siempre, como un eco, cada vez que alguien busca serrucharle el palo a una futura fashionista.

 

La verdad es que no nací para la sencillez en mi arreglo, ni en mi pensar, ni en mi imaginar. Sencilla en el trato a los demás, sí. A eso se aspira y se trabaja todos los días. Pero nunca me voy a avergonzar de ser rehén de la búsqueda y respeto por la belleza en todas sus formas. En creencias Yoruba no hay distinción entre lo estético y lo que empodera, de hecho la belleza es considerada poseedora de un poder (ase) capaz de mover y cambiarnos de formas inconmensurables. 

 

Me preocupa el arreglo personal, la imagen, no por el que dirán, sino por el cómo me hace sentir. Me gusta la moda como me gustan las texturas: sentir el peso de una buena tela en el cuerpo, la suavidad de un vestido de seda; la tosquedad de unos jeans vintage… La moda es parte de mi paladar estético, me da una ventana para expresarme de formas auténticas y, a veces, hasta atrevidas. Cuando empecé mi carrera doctoral sentí un empuje hostil a dejar de “perder” el tiempo en superficialidades. Pero nadie pudo con la llamada ancestral del “antes muerta que sencilla”.

 

Porque es una llamada, y me importa como me importa rescatar lo femenino en mi camino de formas que a otros a veces no comprenden. Toda cultura siempre ha tenido el concepto de lo aparente, y su manipulación nos puede servir de escalera, trampolín o tumba, dependiendo de cómo lo afrontemos. Vestirse, de cualquier manera, con cualquier nivel de esfuerzo, es siempre una decisión personal y política. Aunque solo quien la viste la entiende.

 

No veo el arreglo personal como un acto simbólico; puede ser un acto subversivo, y se siente cuando alguien entra a un espacio y comanda atención cuando se supone que no le pertenecía, ya sea por cuestiones históricas, y cuestiones muy modernas que aún nos atosigan. Diganselo a Barajita.

 

Pero el coso de la cosa persiste, y yo repito, “antes muerta que sencilla” mientras selecciono la ropa, zapatos y maquillaje para mi defensa doctoral. Y como siempre…

 

…Es un placer escribirle, es un honor que me lea. Nos leemos pronto.