Por: Yadhira Pimentel, Directora de Multimedios Madre SOS.
Educadora y Coach Familiar en Crianza Positiva.
Madre de dos.
A menudo, las madres tenemos altas expectativas sobre la maternidad. Leemos mucho y vemos cientos de fotos en las redes de madres que lucen radiantes, sin ojeras, peinadas, sin sobrepeso, sin estrés. Esto hace que empecemos a sentirnos como si estuviéramos en un mundo paralelo o que estamos haciendo algo mal en nuestra experiencia como madres.
Caemos en la trampa de querer acercarnos a ese ideal y a lo que pensamos se espera de nosotras. Esto, unido a que hemos escuchado tantas veces: “LA MATERNIDAD ES LO MAS HERMOSO QUE EXISTE”, crea una imagen distorsionada. No hay duda de la belleza de la maternidad, pero usualmente no se habla del detrás de cámaras de este rol tan maravilloso y, al mismo tiempo, tan demandante.
Confieso que yo también me enfermé con el virus de la perfección al convertirme en madre por primera vez, y puedo asegurarte de que esto no te permite VIVIR Y DISFRUTAR TU MATERNIDAD.
Aquí te comparto este ejercicio sobre el Impacto de tus acciones y los resultados que generan
1. Buscas tener el control de todo.
Resultado: Mamá cansada y agobiada.
Intentar controlar cada aspecto de la vida familiar puede llevar a un agotamiento físico y emocional. Aprender a soltar y confiar en los demás puede aliviar el estrés y mejorar tu bienestar. inténtalo
2. Planificas demasiado
Resultado: Disfrutas menos y te frustras más.
Aunque la planificación es importante, hacerlo en exceso puede impedir que disfrutes de los momentos espontáneos que son tantos siendo madres y que son los que más se recuerdan.
3. No admites un error tuyo o de los demás
Resultado: Drama constante.
Reconocer y aceptar errores será un alivio para ti. Concéntrate en el aprendizaje que trae a tu vida.
4. Restas valor a los éxitos logrados
Resultado: Sientes que no eres suficiente.
Celebrar tus logros, por pequeños que sean, fortalece tu autoestima siendo mamá. Reconoce tu progreso y te vas a sentir más motivada y menos presionada.
5. Te exiges demasiado a ti
Resultado: Estrés total y cero disfrutes.
La autoexigencia desmedida puede llevar al agotamiento y a la falta de disfrute de la cotidianidad. Te invito a ser más comprensiva contigo misma y dar lo mejor de ti sin sobre exigirte, tus hijos te necesitan bien.
Al reconocer estos patrones y hacer ajustes, puedes transformar tu experiencia diaria como mamá, promoviendo un ambiente más relajado y de mayor conexión contigo y con tu familia.
Por último y como reflexión:
CUIDADO CON LO QUE LE ENSEÑAS A TU HIJO TRATANDO DE SER PERFECTA…
Tú y yo sabemos que la perfección y la felicidad no bailan juntas. Sencillamente una tiene un ritmo totalmente distinto a la otra.
Nuestros hijos necesitan conocer a un ser humano, no a un robot en el cuerpo de una persona. Ríe más, disfruta más.